¿Qué es la Sexología?
La sexología es la disciplina que estudia y acompaña la manera en que cada persona vive, siente y se relaciona desde su condición de ser sexuado. No se centra únicamente en el acto sexual, sino en todo lo que implica habitar un cuerpo, un deseo, una identidad y una forma singular de encontrarse con los demás.
Ser sexuado no es una característica más, sino una dimensión que atraviesa toda la experiencia humana. Afecta la forma en que construimos nuestra identidad, cómo nos vinculamos, cómo deseamos y cómo nos entendemos a nosotros mismos y al otro. Por eso, la sexología no busca definir lo que “es” correcto o normal, sino comprender el sentido de lo que vivimos sexualmente: cómo se ha configurado, qué expresa y qué lugar ocupa dentro de nuestra historia y de nuestra manera de aprender a estar en el mundo.
La sexualidad, así entendida, tiene una función profunda. No es un añadido ni un área separada de la vida, sino una forma de organización y expresión de lo humano.
Nos estructura (porque da forma a nuestra identidad), nos diferencia (porque nos sitúa frente al otro) y nos vincula (porque nos impulsa al encuentro, al afecto y al deseo).
Desde ahí, todo lo que vivimos —placer, atracción, dificultad o miedo— tiene un sentido funcional y simbólico dentro de nuestra historia personal.
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¿Cuando aparecen problemas en la sexualidad?
Los problemas sexuales no aparecen porque sí. Suelen hacerlo cuando algo cambia: en nosotros, en la relación o en la manera en que nos sentimos con el cuerpo.
A veces ocurre tras una etapa de estrés, cansancio o rutina, otras después de una ruptura, una mala experiencia o un cambio vital importante. Y muchas veces simplemente aparecen cuando llevamos tiempo sin prestarle atención a nuestra sexualidad, cuando el deseo o el disfrute pasan a segundo plano.
En el fondo, estos problemas suelen ser una señal, una forma en que el cuerpo o el deseo nos dicen que algo necesita cuidado o revisión. No son fallos ni algo que haya que “arreglar”, sino parte de la historia que estamos viviendo.
Pedir ayuda en esos momentos puede servir para entender qué está pasando, reconectar con uno mismo y recuperar una forma más tranquila y libre de vivir la sexualidad.
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Tratamiento en problemáticas sexuales
La terapia sexológica no se centra solo en “resolver un problema”, sino en comprender cómo cada persona vive su sexualidad: cómo se relaciona con su cuerpo, con el deseo, con el placer y con el otro.
El trabajo parte de la idea de que la sexualidad tiene sentido —no es algo que “funciona mal”, sino algo que está expresando una forma de adaptarse, de protegerse o de buscar conexión—. Desde ahí, la terapia ayuda a mirar esa historia con más claridad y a encontrar nuevas formas de vivirla.
Pero, más allá de los síntomas, el proceso busca reconciliarse con la propia vivencia sexual, entender de dónde vienen las dificultades y recuperar la capacidad de disfrutar, vincularse y elegir con libertad.
La terapia sexológica es, en el fondo, un espacio para aprender a escucharse, integrar la experiencia y reencontrarse con la propia manera de sentir.
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¿Cuándo vale la pena pedir ayuda por un problema sexual?
Vale la pena pedir ayuda cuando sentimos que algo en nuestra manera de vivir la sexualidad nos pesa, nos confunde o nos aleja del disfrute. No siempre hay un “problema” en el sentido clínico, pero sí señales que indican que algo dentro pide ser mirado con más calma.
A veces lo notamos en el cuerpo: el deseo que desaparece o se siente forzado, el dolor o la incomodidad durante las relaciones, la falta de erección, la dificultad para llegar al orgasmo o la sensación de que el cuerpo “no responde”.
Otras veces se manifiesta en lo emocional o en el vínculo: la ansiedad o la culpa en los momentos íntimos, el miedo al contacto, el rechazo o la desconexión con el otro.
Y también puede expresarse de formas más sutiles: repetir dinámicas que nos hacen daño, sentir vergüenza, pudor o bloqueo, o simplemente tener la impresión de que la sexualidad se ha vuelto algo ajeno, lejano, sin deseo ni curiosidad.
❇️ Disminución o pérdida del deseo erótico, o sensación de que el deseo se ha vuelto forzado o distante.
❇️ Dificultades de excitación, falta de erección o problemas de control eyaculatorio.
❇️ Dolor o malestar en las relaciones sexuales, miedo o tensión en la penetración.
❇️ Dificultad para llegar al orgasmo o para disfrutar plenamente del placer.
❇️ Procesos de desconexión con el cuerpo o con el propio deseo.
❇️ Inseguridad, vergüenza o bloqueo en momentos íntimos o de seducción.
❇️ Disminución o pérdida del deseo erótico, o sensación de que el deseo se ha vuelto forzado o distante.
❇️ Dificultades de excitación, falta de erección o problemas de control eyaculatorio.
❇️ Dolor o malestar en las relaciones sexuales, miedo o tensión en la penetración.
❇️ Dificultad para llegar al orgasmo o para disfrutar plenamente del placer.
❇️ Procesos de desconexión con el cuerpo o con el propio deseo.
❇️ Inseguridad, vergüenza o bloqueo en momentos íntimos o de seducción.
En general, pedir ayuda vale la pena cuando sientes que estás haciendo esfuerzos por estar bien, pero algo no termina de calmarse o cerrarse. También cuando reconoces que estás cansado de sostener solo lo que te pasa, o simplemente cuando quieres entenderte mejor.
Buscar acompañamiento no es un signo de debilidad, sino una forma de cuidarte y permitirte integrar lo vivido con más claridad y menos carga. En los procesos de trauma, la mirada de un profesional puede ayudarte a poner orden, darle sentido y recuperar la sensación de estar en el presente, en lugar de seguir reaccionando desde el pasado.
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Preguntas frecuentes sobre sexología (FAQ)
¿Es normal tener problemas sexuales alguna vez?
Sí. La sexualidad cambia a lo largo de la vida y está influida por muchos factores: el estrés, las preocupaciones, la pareja, el cansancio, los cambios hormonales, la confianza… Tener una etapa con menos deseo, dificultad para disfrutar o cierta desconexión no significa que “algo vaya mal”, sino que quizá sea momento de mirar con más atención qué está ocurriendo.¿Las dificultades sexuales siempre tienen una causa física?
No necesariamente. En muchas ocasiones, el cuerpo responde a algo emocional o relacional: miedo al juicio, ansiedad por el rendimiento, experiencias pasadas, comunicación con la pareja… A veces lo físico y lo psicológico se entrelazan. Por eso, el abordaje terapéutico busca comprender la experiencia completa, no solo el síntoma.¿La terapia sexual es solo para personas en pareja?
No. La sexualidad es una experiencia personal, más allá de estar o no con alguien. Muchas personas acuden a terapia individual para entender su deseo, reconciliarse con su cuerpo o trabajar la ansiedad asociada al sexo. Si hay pareja, se puede trabajar juntos, pero no es un requisito.¿Qué diferencia hay entre terapia de pareja y terapia sexual?
En la terapia de pareja se trabaja la relación en su conjunto: la comunicación, los conflictos, los roles, la convivencia.
La terapia sexual se centra en el área íntima: el deseo, la conexión, la respuesta corporal, las dificultades o bloqueos durante la relación sexual. A veces ambas se entrelazan, y puede trabajarse de manera combinada.¿Puedo tener una vida sexual plena aunque haya tenido malas experiencias o traumas?
Sí. El cuerpo puede volver a confiar. Con el acompañamiento adecuado, es posible reconectar con el placer y la seguridad. No se trata de “olvidar lo que pasó”, sino de permitir que la experiencia sexual vuelva a ser un espacio libre, cuidado y sin miedo.
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