¿Qué es la autoestima?
La autoestima no es un rasgo fijo ni una meta que se alcanza.
Es la forma en que nos tratamos cuando nos miramos por dentro, cuando fallamos, cuando dudamos o cuando algo no sale como esperábamos.
Tiene menos que ver con sentirse “bien” y más con poder estar en paz con uno mismo, incluso cuando las cosas no están en equilibrio.
El autoconcepto es la idea que tenemos de quiénes somos: cómo nos describimos, qué creemos que hacemos bien, qué reconocemos como límites.
La autoestima, en cambio, es la relación emocional con ese autoconcepto: cómo nos sentimos respecto a lo que vemos.
Podemos tener una imagen muy clara de nosotros —saber que somos capaces, responsables o sensibles— y aun así sentir que no somos suficientes.
Por eso, la autoestima no se construye pensando más cosas buenas sobre uno mismo, sino aprendiendo a tratarse con amabilidad cuando no todo encaja.
Aquí entra la autocompasión, que no es lástima ni indulgencia, sino la capacidad de acompañarse con comprensión.
En lugar de intentar “mejorar” la autoestima, el trabajo consiste en entender cómo se formó nuestra manera de mirarnos: qué parte intenta protegernos de la crítica o del fracaso, y qué necesitamos para poder hablarnos desde un lugar más humano.
La autoestima no es sentirse bien todo el tiempo, sino poder sostenerse con respeto, incluso en los momentos en los que cuesta quererse.
Ilustración 91
¿Cuando aparecen problemas con la autoestima?
Cuando en algún momento de la vida aprendimos que equivocarse tenía consecuencias, que mostrar necesidad no era seguro, o que el afecto dependía de hacerlo bien, nuestro sistema interno encontró una forma de cuidarnos: ser exigentes, mantener el control, no pedir demasiado, no molestar.
Esa adaptación nos ayudó a sobrevivir, a mantener vínculos, a encajar en los lugares donde necesitábamos estar.
Por eso, la baja autoestima no es un defecto, sino una respuesta funcional: una manera de evitar el rechazo, el abandono o el juicio. Cumplió un papel.
Con el tiempo, sin embargo, esa misma estrategia empieza a doler.
La voz que un día nos protegió se vuelve rígida: nos recuerda lo que falta, minimiza los logros, impide descansar.
Y entonces sentimos que “tenemos que trabajar la autoestima”, cuando en realidad lo que necesitamos es escuchar qué está intentando hacer esa parte de nosotros.
En terapia, no se trata de cambiar el diálogo interno a base de frases positivas, sino de entender la función de esa voz crítica.
Qué intenta evitar, de dónde aprendió a hablar así y qué teme que pase si dejamos de hacerle caso.
Solo cuando esa comprensión aparece, algo se suaviza: la exigencia se transforma en cuidado, la culpa en responsabilidad, el miedo en respeto.
La autoestima no se “mejora” como un proyecto.
Se recupera, poco a poco, al reconocernos como suficientes incluso cuando no somos perfectos.
Y desde ahí, poco a poco, la confianza deja de ser una exigencia y vuelve a ser una base.
Ilustración 92
Tratamiento en problemáticas de autoestima
En terapia, el trabajo con la autoestima no busca “crear confianza” de forma artificial, sino revisar el vínculo que tenemos con nosotros mismos. Se trata de mirar con curiosidad y sin juicio cómo nos hablamos, qué esperamos de nosotros, de dónde vienen esas exigencias y qué función han cumplido hasta ahora.
A veces esa exigencia fue una manera de protegernos del rechazo, o de asegurarnos afecto. Otras veces, aprendimos a ponernos en segundo plano para no perder la conexión con los demás. Comprender eso no es justificarse, es reconocer que incluso lo que hoy duele tuvo un sentido en algún momento.
El proceso terapéutico ayuda a que esa relación interna se vuelva más amable, más realista y más libre.
Algunas claves del trabajo son:
❇️ Reconocer los aprendizajes antiguos que aún marcan la forma de tratarnos.
❇️ Identificar las voces internas (propias o heredadas) que nos juzgan o exigen.
❇️ Diferenciar la autoexigencia del cuidado, aprendiendo a acompañarse en lugar de castigarse.
❇️ Explorar la historia emocional y relacional que dio forma a la propia autoestima.
❇️ Reconectar con el cuerpo, el deseo y la propia valía, más allá de los logros o la aprobación externa.
Con el tiempo, la autoestima deja de ser una meta y se convierte en una forma de estar en el mundo con más calma. No se trata de pensar “yo valgo”, sino de sentirse en paz con lo que uno es, con lo que siente y con lo que necesita.
Ilustración 93
¿Cuándo vale la pena pedir ayuda?
Vale la pena pedir ayuda cuando la forma en que nos miramos empieza a pesarnos, cuando sentimos que la relación con nosotros mismos se ha vuelto tensa, exigente o desgastante.
La autoestima no se rompe de un día para otro: se va erosionando poco a poco, en las comparaciones, en la culpa, en el miedo a no estar a la altura. Y llega un momento en que uno se da cuenta de que ya no se trata solo de quererse más, sino de entender qué pasó para dejar de hacerlo.
Algunas señales que pueden indicar que es momento de pedir ayuda son:
❇️ Sentir que nada de lo que haces es suficiente, aunque los demás digan lo contrario.
❇️ Compararte constantemente y salir perdiendo.
❇️ Buscar aprobación externa de forma continua para sentirte en calma.
❇️ Dificultad para poner límites o para decir que no sin culpa.
❇️ Autoexigencia excesiva, perfeccionismo o miedo al error.
❇️ Sentir vergüenza de uno mismo, del cuerpo o de las propias emociones.
❇️ Desconexión del deseo o del placer, como si disfrutar no estuviera permitido.
❇️ Relaciones en las que te pierdes o te adaptas demasiado para no perder al otro.
Ilustración 94
Preguntas frecuentes sobre autoestima (FAQ)
¿Qué es realmente la autoestima?
La autoestima no es una cantidad fija de confianza o seguridad, sino la manera en que nos relacionamos con nosotros mismos. Es cómo nos hablamos por dentro, cómo nos tratamos cuando fallamos y cómo valoramos lo que sentimos o necesitamos. No se trata de “gustarse” todo el tiempo, sino de poder estar con uno mismo sin juicio ni exigencia constante.
¿Por qué se deteriora la autoestima?, ¿La autoestima depende de los demás?
En parte, sí —y no es algo negativo. La autoestima no se forma en el vacío: se construye en relación con los otros. Desde pequeños aprendemos quiénes somos a través de cómo nos miran, nos hablan y nos tratan. Las palabras, los gestos y las experiencias que vivimos dejan huella, y con el tiempo esa mirada externa se convierte en la forma en que nos miramos a nosotros mismos.
Por eso se dice que somos seres relacionales: necesitamos al otro para reconocernos, y esa interacción moldea la manera en que nos valoramos. Pero eso no significa que nuestra autoestima dependa siempre de los demás.
En terapia, el trabajo consiste precisamente en revisar esas miradas aprendidas, entender qué historias seguimos repitiendo sin darnos cuenta y aprender a sostener una valoración más propia, más libre y más real.
¿Cómo sé si tengo un problema de autoestima?
No siempre se nota enseguida. A veces se disfraza de perfeccionismo, de indecisión, de ansiedad o de necesidad de aprobación.
Puede notarse cuando nada parece suficiente, cuando cuesta disfrutar sin culpa o cuando sentimos que no merecemos el cariño o el descanso.
También cuando nos desconectamos del cuerpo, del deseo o del placer, o cuando nos resulta difícil decir que no, poner límites o pedir lo que necesitamos.
¿Qué se hace en terapia para mejorar la autoestima?
En terapia no se trata de “subir la autoestima” como si fuera una nota, sino de entender cómo se formó esa voz interna que juzga, exige o compara.
El trabajo pasa por mirar la historia con amabilidad, reconocer qué parte de esa dureza fue una forma de protección, y aprender a relacionarse consigo mismo desde un lugar más real y compasivo.
A veces, el proceso implica reconectar con el cuerpo, con el deseo y con la sensación de valía más allá del rendimiento o la aprobación externa.
¿Es normal necesitar ayuda para esto?
Completamente. Todos, en algún momento, perdemos la conexión con nuestro valor. Pedir ayuda no es un signo de debilidad, sino de responsabilidad: de querer entender, cuidar y sanar la relación más importante que tenemos, que es la relación con uno mismo.
Ilustración 95
Explora más sobre la autoestima
Inseguridad y autocrítica
Falta de autoconfianza o autoeficacia
Necesidad de aprobación o comparación constante
Dificultad para poner límites
Perfeccionismo y miedo al error
Vergüenza y culpa
Autoimagen negativa
Ilustración 96
Resuelve tus dudas sobre autoestima
Si te interesa conocer en qué espacios trabajamos la autoestima, puedes consultar nuestras terapias para adultos, parejas, familias, adolescentes, niños/as y en el ámbito perinatal.
Para conocer más a fondo cómo trabajamos la autoestima, te invitamos a leer la sección “Nuestro proceso” en las páginas de nuestros centros en Bilbao y Online. Allí explicamos cómo es la primera sesión, qué puedes esperar de las siguientes y cómo adaptamos el acompañamiento al ritmo de cada persona.
En la sección de información práctica encontrarás además detalles sobre la duración y frecuencia de las sesiones, las modalidades presencial y online y las diferentes formas de contacto. Todo lo necesario para orientarte antes de comenzar.
Dar el primer paso puede generar dudas, pero no tienes que hacerlo solo. Si lo deseas, puedes ponerte en contacto con nosotros hoy mismo y agendar tu primera sesión.