¿Qué es la Ansiedad?
La ansiedad forma parte de la vida. Nos protege, nos impulsa, nos avisa del peligro. Pero a veces se vuelve demasiado intensa, constante o difícil de controlar. Entonces, en lugar de ayudarnos, empieza a limitarnos: nos cansa, nos bloquea, nos hace dudar de nosotros mismos. En esos momentos, la ansiedad deja de ser una reacción puntual y se convierte en una forma de vivir el mundo —como si todo requiriera estar alerta.
Cada persona la experimenta de manera distinta. Para algunos, se manifiesta como una preocupación constante; para otros, como tensión física, sensación de falta de aire o miedo a perder el control. A veces surge sin motivo claro. Otras veces aparece en momentos concretos: antes de hablar en público, en una cita, en el trabajo o ante un cambio importante.
La ansiedad no es un error ni una enfermedad. Es una respuesta natural del cuerpo y la mente ante lo incierto, lo importante o lo que percibimos como una posible amenaza. Tiene una función: protegernos, prepararnos y ayudarnos a responder. Gracias a ella reaccionamos con rapidez, nos concentramos, tomamos decisiones o evitamos peligros.
En su origen, la ansiedad es una forma de cuidado. Un sistema que nos mantiene atentos para sobrevivir, adaptarnos o cuidar lo que valoramos.
Sin embargo, cuando esta respuesta se mantiene activa sin pausa —cuando el cuerpo no logra relajarse o la mente sigue anticipando peligros que no existen—, deja de cumplir su función y empieza a generar sufrimiento.
Sentir ansiedad antes de una entrevista, un examen o un cambio vital es parte de estar vivos. Pero si la preocupación, el miedo o la tensión se vuelven constantes o interfieren en el descanso, las relaciones o el trabajo, entonces la ansiedad necesita ser escuchada, no combatida.
Comprender su función es el primer paso para poder regularla. A partir de aquí, podemos observar cómo se manifiesta, qué la mantiene activa y cómo recuperar equilibrio y calma.
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¿Por qué aparece la ansiedad?
La ansiedad no “aparece sin motivo”. Es una señal de que algo dentro de nosotros —o en nuestro entorno— requiere atención. Puede ser una alerta, un intento de ajuste o una expresión de conflicto interno.
Entre las causas más frecuentes:
❇️ Exceso de estrés o exigencia prolongada.
❇️ Experiencias pasadas de inseguridad o trauma.
❇️ Falta de descanso, apoyo o rutinas estables.
❇️ Cambios vitales que despiertan incertidumbre.
A veces la ansiedad surge cuando la persona se ha sostenido demasiado tiempo sin permitirse parar. O cuando ciertas emociones —como el miedo, la tristeza o la ira— no encuentran espacio para ser sentidas.
En ese sentido, la ansiedad no es el problema, sino la forma en que el cuerpo pide ayuda.
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Tratamiento para la ansiedad
El tratamiento psicológico de la ansiedad parte de una idea fundamental: no se trata de eliminarla, sino de entender qué está intentando comunicar y aprender a regularla de forma más saludable.
La ansiedad aparece cuando algo en nosotros —el cuerpo, la mente o las emociones— necesita atención y no ha podido encontrar espacio para expresarse o calmarse.
En terapia trabajamos para escuchar esa señal, identificar qué la activa y qué la mantiene, y poco a poco recuperar equilibrio, presencia y confianza.
¿Cómo se aborda la ansiedad en psicoterapia?
Comprendiendo el origen
Cada persona vive la ansiedad de forma distinta. En las primeras sesiones exploramos cómo se manifiesta en ti, qué la dispara y qué papel cumple en tu historia personal.
A veces está ligada a etapas de estrés prolongado, a una exigencia constante o a experiencias que dejaron huella. Comprender su lógica es el primer paso para aliviarla.
Aprendiendo a regular el cuerpo y la mente
La ansiedad no se calma solo con pensamientos: se siente en el cuerpo.
Por eso, trabajamos técnicas de respiración, relajación, anclaje corporal y regulación emocional que permiten reducir la activación fisiológica y recuperar sensación de control.Cambiando la relación con la ansiedad
Intentar suprimirla suele intensificarla. En lugar de luchar contra ella, aprendemos a observarla con curiosidad y a responder de otra manera.
Desde ahí, la ansiedad pierde poder y se convierte en una información útil sobre lo que necesitas cuidar o cambiar.
Desarrollando recursos y nuevos hábitos
Se incorporan estrategias para gestionar el estrés, mejorar el descanso, la organización y la comunicación emocional.
Estos pequeños ajustes cotidianos consolidan el trabajo terapéutico y permiten mantener los avances en el tiempo.Previniendo recaídas y fortaleciendo la autonomía
La terapia finaliza cuando te sientes capaz de manejar los momentos de ansiedad sin que dominen tu vida.
El objetivo no es depender de la terapia, sino integrar herramientas y comprensión que te acompañen a largo plazo.
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¿Cuándo vale la pena pedir ayuda con la ansiedad?
Empieza a ocupar demasiado espacio en tu día a día.
Interfiere en el descanso, el sueño o la capacidad de desconectar.
Afecta a tus relaciones, generando irritabilidad, distanciamiento o miedo a decepcionar.
Te hace sentir que pierdes el control o que “no puedes parar la cabeza”.
Se acompaña de síntomas físicos frecuentes: tensión muscular, opresión en el pecho, palpitaciones, mareo o sensación de falta de aire.
Aparece sin motivo claro o en situaciones que antes no te generaban malestar.
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Preguntas frecuentes sobre la ansiedad (FAQ)
¿Cómo saber si tengo ansiedad o estrés?
El estrés suele tener una causa identificable: una carga laboral, una preocupación puntual o una situación exigente. La ansiedad, en cambio, puede mantenerse incluso cuando el motivo ya ha desaparecido o no se puede definir con claridad.
En la ansiedad hay una activación del sistema de alerta que se vuelve más constante: cuesta desconectar, el cuerpo permanece en tensión y la mente anticipa posibles peligros o errores.
En terapia trabajamos para reconocer esas señales y recuperar la capacidad de pausa y regulación.
¿La ansiedad se cura o se aprende a manejar?
No se trata de eliminar la ansiedad —porque cumple una función adaptativa—, sino de que deje de dominar la vida diaria.
A través de la terapia se aprende a identificar los momentos en que se activa, a entender qué la sostiene (pensamientos, hábitos, contextos) y a desarrollar estrategias para regularla.
La ansiedad no desaparece, pero deja de ser el centro: vuelve a su papel natural, el de una señal que orienta y no bloquea.
¿Qué pasa si tengo ansiedad sin motivo?
La mayoría de las veces sí hay un motivo, aunque no sea evidente. El cuerpo puede responder a tensiones acumuladas, experiencias previas no procesadas o una sobrecarga de responsabilidad y autoexigencia.
Cuando no hay un peligro real, el sistema de alarma sigue actuando como si lo hubiera. Entender este mecanismo —más que buscar “el motivo”— es lo que permite que la respuesta pierda fuerza.
¿Puedo tener ansiedad y depresión al mismo tiempo?
Sí, es frecuente. A veces, después de mantener una activación constante, el sistema se agota: lo que antes se vivía con inquietud pasa a sentirse como cansancio, apatía o desconexión.
En esos casos, la terapia no separa los síntomas, sino que aborda la regulación emocional en conjunto: entender qué sostiene la activación y qué la apaga.
¿Cuánto dura el tratamiento psicológico para la ansiedad?
Depende de varios factores: la intensidad de los síntomas, el tiempo que llevan presentes y el ritmo de cada persona.
En general, los primeros cambios suelen aparecer cuando se empieza a reconocer el patrón de la ansiedad y a responder de otro modo. El objetivo no es la rapidez, sino consolidar un modo distinto de relacionarse con uno mismo.
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Para conocer más a fondo cómo trabajamos la ansiedad, te invitamos a leer la sección “Nuestro proceso” en las páginas de nuestros centros en Bilbao y Online. Allí explicamos cómo es la primera sesión, qué puedes esperar de las siguientes y cómo adaptamos el acompañamiento al ritmo de cada persona.
En la sección de información práctica encontrarás además detalles sobre la duración y frecuencia de las sesiones, las modalidades presencial y online y las diferentes formas de contacto. Todo lo necesario para orientarte antes de comenzar.
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